UNA BUENA ALMOHADA, lo perjudicial de la falta de sueño

Una buena Almohada

La falta de sueño de los adolescentes - Adriana Galván
(Tomado de Noticias médicas - IntraMed)

Los neurocientíficos afirman: “sueño sano es sinónimo de cerebro sano”.

No es fácil identificar qué hacer para mejorar el sueño, padres y educadores piden que se retrase la hora de inicio de las clases o que que se limite el tiempo de uso de pantallas antes de acostarse para lograr beneficios académicos, en la salud e incluso económicos.

Sin embargo, en Estados Unidos aproximadamente la mitad de los adolescentes tienen problemas de sueño. Estas cifras son alarmantes, ya que dormir es especialmente importante durante la adolescencia, una época de cambios cerebrales significativos que afectan a los sistemas de aprendizaje, de autocontrol y emocional. El déficit de sueño es aún mayor entre los jóvenes más pobres.

Una investigación del laboratorio de neurociencia evolutiva hecha por Adriana Galván presenta una solución aparentemente sencilla al problema de la falta de sueño: darles a los jóvenes una buena almohada. Dado que conseguir una cama cómoda no supone nada tecnológico, ni intervenciones caras ni mucho tiempo, puede ser especialmente beneficioso para mejorar el sueño de los jóvenes sobre todo pobres.

Consistencia antes que cantidad

Los estudios demostraron que las diferencias aparentemente pequeñas en la calidad y duración del sueño suponen una gran diferencia en cómo el cerebro procesa la información.

El sueño actúa como un pegamento que ayuda al cerebro a codificar la información recién aprendida como conocimiento a largo plazo. También mejora la concentración en la escuela, ya que ayuda a disminuir el comportamiento impulsivo, las reacciones emocionales fuertes y la ansiedad. Esto significa que los estudiantes que tienen mal comportamiento se beneficiarían de un mejor hábito de sueño y tendrían un mejor aprendizaje.

Pensamos que el número de horas de sueño era lo más importante para un desarrollo sano del cerebro a largo plazo, pero cuando hicieron el estudio, los resultados sorprendieron. Los adolescentes con un sueño irregular durante la semana escolar –con una variación de hasta 2,5 horas entre una noche y la siguiente– mostraron un menor desarrollo de las conexiones de la materia blanca de sus cerebros un año después que los adolescentes que dormían un número de horas más constante cada noche.

Las conexiones de la materia blanca ayudan a procesar la información con eficiencia y rapidez al conectar diferentes regiones del cerebro, de forma parecida a cómo una carretera conecta dos ciudades. La adolescencia es una época importante para asfaltar todas las carreteras del cerebro, y esta investigación sugiere que el sueño puede ser vital para esta construcción.

Un sueño mejor con una cama mejor

Entonces, ¿cuáles son los elementos principales del sueño que contribuyen a un desarrollo saludable del cerebro?. Se equipó a 55 estudiantes de secundaria de Los Ángeles, California, de entre 14 y 18 años y de diferentes niveles socioeconómicos, con actímetros, es decir, monitores en forma de reloj que monitorizan la calidad del sueño.

Una mayor calidad del sueño se caracteriza por el bajo número de despertares por noche.

Los despertares son momentos durante la noche en que se interrumpen los ritmos del sueño y la persona se despierta brevemente o pasa a una etapa más ligera del sueño, ya sea de forma consciente o no. En este estudio, los adolescentes tuvieron una media de cinco despertares por noche, cuya duración varió entre menos de un minuto y más de una hora.

Dos semanas después, se analizaron sus cerebros, se medían las conexiones entre las vías del cerebro implicadas en el autocontrol, en la gestión de las emociones y en el procesamiento de recompensas, que son importantes para reducir la impulsividad y mantener la concentración en clase. Como era de esperar, los jóvenes con mejor calidad del sueño tenían mejor “conectividad cerebral”, es decir, las conexiones entre las regiones claves del cerebro eran más fuertes.

El Factor clave es la sensación subjetiva de comodidad en la cama

El descubrimiento más importante y sorprendente fue el que se hizo al ahondar en la identificación de las razones por las que algunos adolescentes duermen mejor que otros. ¿Tenían menos aparatos tecnológicos en sus cuartos? ¿Habitaciones más oscuras? ¿Menos ruido? ¿Un nivel socioeconómico mayor?, no.

Los adolescentes que afirmaban estar más satisfechos con sus camas y almohadas eran los que tenían mejor calidad del sueño, y la mejor calidad del sueño estaba asociada a una mejor conectividad cerebral, una consecuencia que trasciende los niveles socioeconómicos.

Los adolescentes con baja conectividad cerebral y mala calidad del sueño mostraban mayor impulsividad que los que tenían una alta conectividad y buena calidad del sueño, lo que ilustraba los efectos reales en el comportamiento.

El secreto es la Almohada

Descubrieron que un único tamaño y forma  no funciona para todo el mundo. A algunas personas, una almohada plana les da un sueño profundo, mientras que a otras solo les servirá una almohada muy mullida. Y aunque los resultados fueron más sólidos en relación con la comodidad de la almohada, en general, la cama también era importante.

Una buena noche de sueño ayuda a cualquier niño, ya sea rico o pobre.

Mejorar el sueño para mejorar el rendimiento académico.

En cada campo medible, los jóvenes que crecen en un entorno de pobreza obtienen malos resultados en comparación con sus compañeros más favorecidos, presentan peor rendimiento académico y cognitivo, peor bienestar psicosocial y peor estado físico. Estas diferencias han sido objeto de intensos debates e investigaciones, pero siguen siendo grandes y persistentes.

La disponibilidad y la calidad de las necesidades básicas –incluida la alimentación, la salud, el afecto parental de los padres y la vivienda– ayudan a explicar algunos de los resultados discrepantes entre los jóvenes de familias con ingresos altos y bajos. Pero los investigadores tradicionalmente han restado importancia al sueño, una necesidad básica de  igual preponderancia que puede ser una solución sin explorar para acabar con la brecha de logros.

Reducir la brecha de logros es el objetivo de muchos programas financiados por el Gobierno. Una forma de conseguirlo es fijar objetivos accesibles y realistas que mejoren el funcionamiento diario. El sueño puede ser uno de esos objetivos. Es relativamente fácil de cuantificar y monitorizar, se ve afectado por unas rutinas diarias que se pueden cambiar –como la supervisión de los padres y las rutinas a la hora de acostarse– y está directamente asociado con los resultados sanitarios, sociales y de aprendizaje.

En una época de histeria en relación con los efectos de la tecnología en el sueño y en el desarrollo cerebral, se presta poca atención a los aspectos básicos de los buenos hábitos de sueño entre los jóvenes. Asegurarse de que tienen una cama cómoda puede ayudar a mejorar el sueño de todos los adolescentes, especialmente los de familias más desfavorecidas.

Es mucho más fácil convencer a los padres y a los jóvenes de que inviertan en buenas almohadas que discutir sobre el uso y abuso del teléfono.

Hay una solución sencilla a la falta de sueño de los jóvenes, una buena noche de sueño se reduce a tener un lugar cómodo donde apoyar la cabeza.

Conclusión

Es mucho más fácil convencer a los padres y a los jóvenes de que inviertan en buenas almohadas que discutir sobre el uso y abuso del teléfono.

Adriana Galván, Professor of Psychology, University of California, Los Angeles

This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license. Read the original article.

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