Notas sobre el libro de Mary Higgins Clark “¿Donde están los niños?”. Jaime Barrios Nassi

Notas sobre el libro de Mary Higgins Clark
“¿Donde están los niños?”.
Jaime Barrios Nassi
1 de febrero de 2020

A propósito de la muerte ayer de esta importante escritora norteamericana del suspenso, les dejo apreciaciones sobre una de sus obras, escritora prolífica, que sacaba un libro y más  por año desde 1989 hasta el 2017, 25 adaptaciones fílmicas de sus libros, 56 novelas y otros textos publicados.

MARY HIGGINS CLARK,  nació el 24 de diciembre de 1927 en el Bronx, Nueva York y murió hoy como les comenté ( 31 de enero de 2020) en Naples,Florida, 

Mary comenzó a escribir de muy joven. Después de un largo período de tiempo trabajando como secretaria y editora, trabajó durante un año como azafata en Pan-American Airlines antes de abandonar su empleo para casarse y formar una familia. 

Contribuyó a los ingresos familiares escribiendo cuentos cortos. Después de la muerte de su esposo en 1959, Clark trabajó durante años escribiendo diálogos radiales de cuatro minutos, hasta que su representante la convenció de intentar escribir novelas. 

Su primera novela, un relato ficticio de la vida de George Washington, no fue un éxito de ventas, por lo que decidió dedicarse al género de las novelas de misterio y suspense. Estas obras sí que alcanzaron la popularidad; en 2008 sus libros habían vendido más de ochenta y cinco millones de copias sólo en los Estados
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Mary Higgins Clark. “¿Donde están los niños?.” Apple Books. 
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El libro más reconocido y que abrió su carrera es esta novela de misterio y suspenso “¿Donde están los niños?”. La protagonista es Nancy Harmon, joven casada y madre de dos hijos, que fue acusada del asesinato de sus primeros hijos, sale libre tras la desaparición de un presunto testigo y el suicidio de su marido. El Terror se narra cuando ya formando una familia nueva con dos hijos en una ciudad diferente, donde nadie la reconocía, de un momento a otro, se publica su historia y sus dos hijos que cuida con exagerada precaución desaparecen, un misterioso vecino la acecha y quiere hacerle daño, secuestra a sus hijos, pero esta vez toda la culpa recae sobre Nancy y las autoridades piensan que es una psicótica que ha asesinado a otros niños, todo se vuelve frenético ya que en horas el verdadero asesino quiere violarlos y asesinarlos, e inculpar a Nancy. Se las dejo ahí para que la lean o vean la película.

Cómo siempre les dejo unos apartes de la narración, son unos textos extremadamente buenos, ya que juega con una descripción excelente, tanto del ambiente como de los pensamientos de los protagonistas, y el diálogo es fluido y fácil de leer, el misterio se mantiene desde el inicio hasta el  final.

“Ella vigilaba tan estrechamente a los niños... Pero no podía permitirse esperar más. Mañana... Se movió inquieto por la habitación. El dormitorio del apartamento del piso superior era grande. Toda la casa era grande. Era una evolución degradada de una vieja casa de capitán”. 

“cuando Ray Eldredge le dijo que estaba tratando de vender la finca para un restaurante y que sólo se la podían alquilar a condición de que la mostrara cuando le avisaran por teléfono. Raynor Eldredge. Recordar a aquel hombre le hizo sonreír. ¿Qué pensaría Ray mañana, cuando leyese la historia? ¿Le había dicho nunca Nancy quién era ella? Quizá no…”

“Podía sentir el frío que se colaba por las rendijas en torno a los cristales de la ventana. Se levantó con torpeza y avanzó pesadamente hacia ella. Tomó una de las gruesas toallas que tenía a mano y la apretó contra el marco podrido”.

“un día de noviembre como aquél, el gris total del agua, la gente impasible que no hablaba mucho pero lo examinaba a uno con la mirada. Lo odió en el único verano que había estado allí: oleadas de turistas esparcidos por las playas, trepando por el empinado embarcadero hasta aquella casa”.

“Vamos, Nancy —diría de nuevo la policía—. Sea sincera con nosotros. Diga la verdad. Debe saber que no puede seguir con esto. Díganos, Nancy: ¿dónde están los niños?”.

Señorita Kiernan —le aclaró ella—. Nancy Kiernan. —Instintivamente usó el apellido de su madre—. No mucho, en realidad. No tendré visitas ni huéspedes. Le gustó el hecho de que él no indagase, de que ni siquiera se mostrase curioso. —Cape Cod es un buen lugar adonde venir para estar solo —dijo él—. No se puede sentir la soledad paseando

“Nunca he conocido a un griego que no pudiese hacer prosperar un restaurante —comentó Dorothy mientras cerraba la carpeta. —Y todos los ingleses son unos ganapanes y ningún alemán tiene sentido del humor y la mayoría de los portorriqueños, quiero decir italianos, son prósperos... ¡Dios mío, cómo odio las etiquetas! Ray se sacó la pipa del bolsillo y se la puso en la boca. —¿Qué? —Dorothy…”.

“momentos... «¿Qué hizo usted con los niños?», le preguntarían. Vio más coches de la policía subir en enjambre por el camino de tierra hasta el patio posterior. Pero algunos pasaban de largo ante la casa. ¿Por qué muchos iban…”

“Quiere decir ir con Dios —contestó Michael. Él movió la cabeza aprobando. —Eso es. Y esta mañana tu madre se fue con Dios. Por eso están allí todos los coches de la policía. Tu papá me pidió que os cuidase durante un rato y dijo que tú fueses bueno y me ayudaras a cuidar a tu hermana. Parecía que Michael iba a llorar también. Sus labios temblaban cuando dijo: —Si mi mamá se fue con Dios, yo quiero ir también. Pasando los dedos por el pelo de Michael, meció a Missy, que aún gemía. —Irás —le prometió al niño—. Esta noche. Te lo prometo”.

“sentía descansada? El tono de voz de Nancy era reflexivo. —Soñé... Soñé mucho... —¿Qué soñó? —Con Peter y Lisa... Estarían tan crecidos... Hace siete años que están muertos... —empezó a sollozar. Luego, mientras la mano de hierro de Jonathan retenía a Ray, exclamó—: ¿Cómo podía haberlos matado? ¡Eran mis hijos! ¿Cómo podía haberlos matado...?”

“cambiadas todas las manijas de cobre del universo entero? ¿Qué importaba? Parrish tuvo que apretar los labios para no poner a la puerta a esa ruidosa mujer y su futuro comprador. Los niños estaban al otro lado de la puerta. ¿Les habría apretado bastante las mordazas? ¿Oirían la voz de ella y tratarían de hacer alguna clase de ruido? Tenía que desprenderse de esta gente. Pero Dorothy también deseaba irse. Percibía”.






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