El primer tocadiscos

El primer tocadiscos

Por Jaime Barrios Nassi


Muchos años después, frente a la pandemia del Covid, mi espíritu había de recordar aquella tarde remota en que su madre me llevó a conocer la tienda de “discos cartagena”, al frente del parque centenario.

En mi casa, en esos tiempos de madera, se escuchaba radio local, música folclórica, transmisiones de béisbol, de boxeo y Kalimán por la tarde, pero esta vez se necesitaba, así como la conversión de la casa de madera a material, la poza séptica en alcantarillado, los gallos finos de pelea en gallinas ponedoras de huevo. Así mismo, la música por radio en una escucha y utilización de un  tocadiscos marca “Philips”, por fin se podría repetir y escoger el disco y la canción que uno quisiera, discos de vinilo, color negro, con surcos delicados, de 12 y 7 pulgadas, y de 33 y 45 revoluciones por minuto respectivamente, velocidades que se ajustaban con un botón, y ajuste en el mástil del tocadiscos que en los más pequeños se tenían que adaptar con un aparatico ya que tenían la boca ancha.


Lo que más recuerdo son los cambios de aguja, a veces teníamos que tener de repuesto, la frotada del disco con la panola roja, los cambios de bafles y adaptaciones para que sonara mejor y más lejos. 


El ruido al colocar y mover la aguja, la carraspera detrás de la canción, y la rabia que daba cuando se “rayaba”. También era indispensable tener un buen técnico para poder arreglarlo pronto, ya que tenían fama de demorados.


El disco que más recuerdo de mi madre era el de María Dolores Pradera, y los que pululaban eran los cañonazos bailables, los de fin de año, y los del binomio de oro y Diomedez. Siempre envueltos en su bolsa de plástico y en su caja de cartón. Luego llegaron los casetes y las grabadoras, en donde podíamos grabar música de las emisoras ya en FM, y se podían llevar a la playa, eso si, dependiendo eps tamaño y la plata para las Baterías de las gordas.


Luego el equipo se hizo más sofisticado, con equipo

 de ecualizador, los discos de vinilo también, con colores y transparentes, y con música en inglés, ya sea gringa o africana.


Creo que después de estos recuerdos aplicamos para alto riesgo para Covid, o por lo menos yo. Espero que todo lo escrito aquí, irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas al tiempo “no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña de la Novela “La Bestia” por Jaime Barrios

MEJORA TU SALUD MENTAL EN TIEMPOS COVID 19

Reseña del libro “El valor de las cosas” de Mazzucato Por Jaime Barrios