MÚSICA CLÁSICA EN AMÉRICA Y COLOMBIA, INFLUENCIAS Y VARIACIONES JAIME BARRIOS

  MÚSICA CLÁSICA EN AMÉRICA Y COLOMBIA, INFLUENCIAS Y VARIACIONES 

JAIME BARRIOS NASSI







El clasicismo en la música colombiana- variaciones clásicas para la “pollera colorá”

https://youtu.be/R1DufHJ5muo


Atlantico - filarmónica Latin London 

https://youtu.be/InMxhLTa118


https://youtu.be/c3dy4EhopQo

Atlántico - filarmónica Colombia 


Desde los tiempos coloniales en América, se apreció el influjo de las corrientes musicales de Europa, principalmente el imponente sinfonismo clásico de Haydn, Mozart y Beethoven, en el período “clásico” de la música clásica.


La corona española tenía cinco virreinatos emergentes, en cuyas catedrales e iglesias  resonaban coros, tocaban organistas bajo la dirección de un maestro de capilla.


Fueron esas relaciones que producirían músicas “sacras” que harían eco de compositores como el compositor italiano renacentista Palestrina; representante de la escuela romana del siglo XVI y de sus sucesores barrocos, en medio de una mezcla y condiciones propias de las tierras provinciales. Ejemplo de esto, son los célebres himnos del siglo XVII como Hanaq Pachap Cussicuinin (1622), con texto en quechua y simbología católica demostrando esas convergencias entre las vertientes culturales.

https://youtu.be/L-SWbzEEEzQ


La música europea no sólo estaba en las tradiciones religiosas, sino que géneros como la ópera y obras instrumentales también se realizaban en las ciudades virreinales de Nueva España, Nueva Granada, Perú, La Plata y Brasil. Por ejemplo en Lima en 1701 se estrenó la ópera “La púrpura de la Rosa” de Torrejón y Velasco, librero tomado de Calderón de la Barca. 


https://youtu.be/_JlEUPDhrGs


https://youtu.be/Dopi9l4ky8Y


En la forma instrumental, la escuela italiana fue importante en el siglo XVll, seguramente por la llegada de virtuosos músicos, entre ellos los violinistas Roque Ceruti e Ignazio Gerusalemme que se establecieron en Perú y México respectivamente.


https://youtu.be/R3pN7oensJU

https://youtu.be/eo0vLxKKo1I


Pero también se daban mezclas con las músicas indígenas, africanas, sefardíes y árabes, de los pobladores asentados. 


Con el desarrollo de los pensamientos independentistas del siglo XIX se acentuaron corrientes musicales sinérgicas con una identidad propia para cada nación y región. 


De esa forma neogranadinos como Manuel María Párraga (1826 y 1895) compuso para piano aires de bambuco, al mismo tiempo que se consolidaba en Bogotá la Sociedad Filarmónica de música clásica. Es interesante saber que su maestro fue el músico venezolano Nicolás Quevedo Rachadell, pero además estudió y residió en Europa, lo cual es evidente en su escritura pianística; incluso, se rumora que estudió con Liszt.


https://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/ricercare/article/download/3115/2736/


Yo diría que como cualquier otra música en la historia del mundo, desde el primer momento se recurre a elementos de tradición popular.


La Academia Nacional de música suspendió sus labores en 1899 por causa de la Guerra de los Mil Días y reabrió en 1905. Fue la primera institución de enseñanza musical profesional en Colombia. En 1909, Guillermo Uribe Holguín, egresado de esta, retornó de París tras sus estudios de composición y dirigió la institución hasta 1935. transformó el programa curricular del Conservatorio, manejando música académica y música tradicional. 


En la Academia el profesor  Pedro Morales Pino formalizó el repertorio «nacional» de bambucos y pasillos para piano y conjuntos de cuerda pulsada como la Lira colombiana. La Academia realizaba conciertos en los que estrenaba con frecuencia obras de alumnos de la institución.


Poco a poco, el director, Uribe Holguín enfocó la educación musical exclusivamente hacia el repertorio y las técnicas europeas de acuerdo con su propia experiencia en la “Schola Cantorum de París”, esto implicó eliminar las músicas populares del currículo del Conservatorio y de los programas de la orquesta, decisión que causó gran malestar entre algunos egresados de la Academia y otros músicos e intelectuales interesados en la música nacional dando comienzo a un debate sobre la música académica y la música tradicional que ocuparía la primera mitad del siglo XX.


Discusiones similares se presentaron en toda
América latina y persisten en la actualidad, reconciliando la tradición con la vanguardia en estilos que se pueden apreciar desde los sonidos brasileños de Villa-Lobos hasta las propuestas contemporáneas de León Cardona García,  Lucas Saboya o el Mexicano Arturo Márquez. 


https://youtu.be/maQ8t8mJkTM

https://youtu.be/eivaQRg9fSo

https://youtu.be/b76tSsilma4

https://youtu.be/gpsHUUHZb9w


CARTAGENA DE INDIAS, ARQUITECTURA Y MÚSICA 


Ciudad puerto y muchas veces asentamiento provisional virreinal, estuvo bajo la influencias de muchas culturas, y por supuesto el orden de la forma española. 


La Ilustración trajo el Neoclasicismo, con su estricto sentido de orden y de equilibrio, Haydn, Mozart y Beethoven nos lo regalaron en sus composiciones.


También como recuerda el gran historiador Rodolfo Segovia, está influencia se evidenció en la arquitectura, no tanto en los edificios religiosos. ya que las iglesias del recinto amurallado, fueron construidas con anterioridad en arquitectura herreriana (Juan de Herrera) y barroca.

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Arquitectura_herreriana


Cartagena contó, sin embargo, durante toda la mitad del siglo XVI y XVII con un arquitecto excepcional en el
ingeniero militar Antonio de Arévalo, a quien se deben muchísimas obras para la defensa de la plaza, en parte barrocas, como la puerta del Castillo de San Fernando en Bocachica. La última de estas obras sin embargo es un claro ejemplo neoclásico, las Bóvedas de Santa Clara, terminada en 1798.

https://es.m.wikipedia.org/wiki/Antonio_de_Arévalo


Son 47 arcos de medio punto (23 Bóvedas), bien simétricos y rematados por un frontón triangular, el frontispicio de la Bóvedas alberga en mármol un escudo de España, el uso de la construcción fue estrictamente militar, el de alojar tropas. Además, De Arévalo evolucionó la Arquitectura, abandonando las garitas pentagonales del barroco (de las que todavía hay vestigios en el castillo de San Felipe de Barajas) por garitas redondas, neoclásicas.

No existe civilización sin música. La ciudad de Cartagena de Indias siempre tuvo una rica tradición de Música popular, cultivada por las notas de España y su fusión con la percusión africana y la gaita indígena creando aires autóctonos. 


Las Crónicas y los reporte de visita antes del siglo XIX relatan los bailes en las calles, y cómo, en las fiestas de la santa patrona (Virgen de la Candelaria) “los señoritos había que llamarles la atención porque preferían los movimientos de las caderas populares”. Estos jolgorios con gente de todos los colores y orígenes se amenizaban con música.


La Música culta se brindaba en las iglesias, donde el instrumento predominante era el órgano, la voz, y a veces el arpa. Pero no se han encontrado vestigios de órganos tubulares, lo mismo que partituras, posiblemente por la destrucción del salitre y temperaturas extremas y las múltiples batallas. En cambio en ciudades como  Santa Fe de Bogotá y en Chiquitania (Bolivia), afortunadamente se conservan vestigios (órgano de pedal, tocado por el maestro Consuegra).


Los Períodos clásicos coincidieron con el florecer de las ideas, los habitantes eran principalmente comerciantes y con educación, pero muchos fueron aniquilados por las guerras de independencia y luego la ciudad quedó devastada.



GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y LA MUSICA CLÁSICA 





Las cenizas del autor de Cien años de soledad reposan en el claustro de la Merced, bajo la sombra de un busto en bronce donado por la artista británica Katie Murray, sobre una estructura metálica acompañado de dos canales con jardines de flores amarillas, que representan las mariposas de Mauricio Babilonia.


La relación del escritor colombiano con Cartagena es muy profunda, pues le despertó inspiración para recrear pasajes literarios de novelas como “El amor en los tiempos del cólera” y “Del amor y otros demonios”, donde reflejó espacios de la ciudad, sus lugares emblemáticos y su estructura social.


Gabo expresó su deseo de permanecer en Cartagena después de su muerte. “La gente sabe que a mí me gusta Cartagena y me gustaría que me entierren en Cartagena”.


Gabo era un amante de la música clásica, en su autobiografía “Vivir para contarla” del 2002, anotó:

“Hoy he escuchado tanta música como he podido conseguir, sobre todo la romántica de cámara que tengo como la cumbre de las artes. En México, mientras escribía Cien años de soledad, entre 1965 y 1966, sólo tuve dos discos que se gastaron de tanto ser oídos: los “Preludios” de Debussy y “Qué noche la de aquel día”, de los Beatles. Más tarde, cuando por fin tuve en Barcelona casi tantos como siempre quise, pareció demasiado convencional la clasificación alfabética, y adopté para mi comodidad privada el orden de los instrumentos: el chelo, que es mi favorito, de Vivaldi a Brahms; el violín, desde Corelli hasta Schoenberg; el clave y el piano, de Bach a Bartók. Hasta descubrir el milagro de que todo lo que suena es música”.


LA PLAZA DE LA SERREZUELA 

(Resumen del programa del programa de mano del festival 2020)




La Plaza de la Serrezuela, denominada inicialmente como el “Torerín”, fue construida en 1898, por la compañía Vélez Daníes, propietaria de la ganadería de Aguas Vivas, diseño del arquitecto mexicano José González Para corrida de toros y otros espectáculos., esa primera plaza fue desmontada y en 1908 se construyó la segunda versión de la plaza, llamada “Circo de variedades”. Finalmente, la tercera versión de la plaza, “Plaza de La serrezuela”, se inauguró el 18 de marzo de 1930, construida por el famoso ebanista cartagenero Macial Calvo, inspirado en la monumental plaza de toros Maestranza de Maracay (Venezuela).  


En su interior, la plaza estaba dividida en tres grandes cuerpos: el primero es La Arena, un espacio cerrado. El segundo, Las Graderías, de vanos rectangulares con pie de amigos labrados y balaustradas; y el tercero, El Palco, un espacio corrido adornado con arcos de medio punto y columnas labradas, con detalles y ornamentación morisca y mudéjar de la Alhambra de Granada.


La Plaza estaba pintada de blanco, denominada “el coso de merengue”, ahí se vivía una comunión eufórica entre quienes asistían, porque la plaza era tan pequeña, “todos nos saludábamos de tendido a tendido, era muy agradable vivir los toros ahí.” Recuerda el periodista taurino Edgardo Pallares Bossa.


En 1938 se comenzó a llamar Circo Teatro, pues empezó a usarse como teatro y cine, durante 40 años fue el centro taurino de Cartagena, celebrándose su última corrida el 5 de febrero de 1973.


La Plaza fue escenario de espectáculos de circo y teatro, presentaciones de música y cine, fue adaptada para ser un ring de boxeo y vio nacer en ella el Festival de Música del Caribe en marzo de 1982.


El Ministerio de Cultura, mediante el Decreto 1911 del 2 de noviembre de 1995, declara a La Serrezuela como bien de interés cultural del ámbito nacional, y en el año 1996 se realiza el último espectáculo público en la plaza. 


Después de un gran deterioro, que lo

Lleva a su destrucción total, se establece un proyecto  particular llamado la Serrezuela, que acompañado por el Ministerio de Cultura y el Distrito de Cartagena, consiguió que se reconstruyera algo del Circo Teatro, brindando a los cartageneros y sus visitantes un nuevo espacio desde el año 2019.


CONCIERTOS DEL NUEVO MUNDO

(Resumen de la publicación de JAIME ANDRÉS MONSALVE)




Los conciertos de la Serie del Nuevo Mundo se han caracterizado por su apropiación del repertorio popular latinoamericano y mundial, esto gracias a transformaciones del sonido clásico de cámara con elementos del jazz como la improvisación, la síncopa o el llamado y respuesta entre ejecutantes. Es de anotar que lo mismo hacían los músicos “clásicos” con sus variaciones e improvisaciones.



Desde Brasil, El Trío Madera brinda una propuesta basada en géneros tradicionales como “el choro” y “la samba”, con la participación de guitarra, mandolina y la guitarra de siete cuerdas, está es muy especia ya que cuenta con una orden grave adicional y cuyo origen es la desaparecida guitarra rusa que llegó hasta Brasil a manos de gitanos. 


En un programa que tenga como protagonista al choro (“llanto”) no puede faltar la música de Jacob Pick Bittencourt, músico carioca conocido como Jacob do Bandolim, no sólo por su virtuosismo en la mandolina sino por nada despreciable repertorio de aproximadamente 100 choros para este instrumento. 


La llamada MPB o Música Popular Brasileña se hace presente en la evocación de uno de los padres de la canción de autor en ese país, Chico Buarque de Hollanda, uno de los creadores de la bossa nova a mediados de la década del 60. 


En la ejecución cobran otro significado las melodías aterciopeladas y atravesadas por el cool jazz de Vinicius de Moraes y Tom Jobim, de la misma manera que asumen el repertorio experimental del multi instrumentista Egberto Gismonti y tangos de vanguardia como Fuga y misterio, de Piazzolla, parte de su ópera/tango María de Buenos Aires, pasando además por obras de carácter tradicional de autoría de Ze Paulo Becker, integrante de la agrupación. 


Lucas Saboya, joven virtuoso de las cuerdas de plectro e integrante junto a sus dos hermanos del trío Palos y Cuerdas, compuso su Concierto para tiple y orquesta de cuerda en 2018, pieza que ya puede considerarse parte del acervo académico con elementos de la música popular, en este caso la de los Andes colombianos.


Inicia con un movimiento cifrado en el bambuco de vieja usanza en compás de tres cuartos, muy en contraste con el recurrente seis octavos, con presencia de una cadencia a la manera de la forma tradicional del concierto. Si bien en ese movimiento el tiple se percibe bien integrado a la orquesta, en el siguiente cobra toda su independencia melódica. En Pasillo lento, el instrumento juega con constantes modulaciones armónicas, “haciendo una propuesta tímbrica con la orquesta en pizzicato y el tiple como cantante solista”. El tercer tercer movimiento, Ciclo impar, emplea 13 pulsos en una suerte de golpe que denominado “joropo impar”, que hace alegoría a la relación que existió antaño entre el tiple y la

música llanera.


El estreno del Concierto para arpa llanera, cuatro y orquesta de Mauricio Lozano está compuesto por cuatro breves movimientos. El primero de ellos remite a los cantos de trabajo (declarados Patrimonio Inmaterial por parte de la Unesco) y al ambiente de las madrugadas en el Llano. El segundo, acaso el más libre, es una suerte de divertimento que atraviesa por varias métricas para rematar en un esbozo de merengue venezolano. Luego llega un movimiento basado en el formato de los pasajes lentos colombo-venezolanos, con melodía compartida entre el arpa y las cuerdas frotadas, “más algunos comentarios del cuatro a partir de su labor como instrumento acompañante”.


 Al cierre se entreveran el joropo por corrido y el joropo por derecho, con sus correspondientes cambios de métrica, para lo cual el compositor emplea como puente entre uno y otro el golpe del seis media docena, llamado también sapo o seis figuriao, uno de los aires que Lozano aprendió hace algunos años del maestro Pedro Flores, en Casanare.

  

TRIO MADEIRA


Aguenta seu fulgêncio- LOURENÇO LAMARTINE (1898) - JACOB DO BANDOLIM (1918 – 1969)


Guerreiro - ERNESTO NAZARETH (1863 – 1934) 

Santa morena Assanhado - JACOB DO BANDOLIM (1918 – 1969) 


La danza de la vida breve - MANUEL DE FALLA (1876 –1946) 


Olha Maria - TOM JOBIM (1927 – 1994) - CHICO BUARQUE (1944 – ) - VINÍCIUS DE MORAES (1913 - 1980)

Passarim - TOM JOBIM (1927 – 1994)


Feia - JACOB DO BANDOLIM (1918 – 1969) 

Fuga y misterio - ÁSTOR PIAZZOLLA (1921 – 1992) 

As vitrines -  CHICO BUARQUE (1944 – ) JACOB DO BANDOLIM 


Choro pro tio - Choro da bisa - ZÉ PAULO BECKER (1968 – ) 


Loro - EGBERTO GISMONTI (1947 – ) 



ORQUESTA DE CÁMARA DE COLOMBIA 


Concierto para tiple y orquesta de cuerda - LUCAS SABOYA (1980 - )


Travesías, Concertino para arpa llanera, cuatro y orquesta de cuerdas. -Amanecer Atravesao Pasaje Joropos




A LA BÚSQUEDA DEL SONIDO

(Resumen de la publicación de JAIME ANDRÉS MONSALVE)


Recital tomado de la música académica en Colombia 

Pasajes caribeños, del joven compositor cartagenero Ludsen Martinus, obtuvo en el 2020 el segundo lugar del I Concurso Nacional de Composición para Cuarteto de Cuerdas, organizado por la Universidad Nacional y el Cuarteto Q-Arte. La obra contiene el espíritu de la música popular del Caribe, en especial de la “champeta”. Probablemente se trate de una de las primeras apropiaciones académicas a partir de ese género, derivado local de la rumba congolesa, el soukous centroafricano y otras sonoridades africanas, nacido en Cartagena a principios de la década del 80 y difundido a través de gigantescos sound systems conocidos como picós. La estructura de la pieza en forma sonata recuerda al modelo del Cuarteto de cuerdas No. 4, “Música de ferias”, de Silvestre Revueltas. El inicio caótico de la pieza es una referencia directa, “a un paisaje urbano, con muchas disonancias pero con la sabrosura que caracteriza a la Costa”. La siguiente sección contrasta , recuerda la calma de una playa en la noche, con citas directas al tema Tantina de la agrupación franco africana The Soukous All Stars, conocido como “el Satanás”. El desarrollo de esa segunda parte llega a su clímax cuando el tema africano se reencuentra con el caos del inicio del tema. Tiene influencias de compositores latinoamericanos como Heitor Villa-Lobos, Silvestre Revueltas, Carlos Chávez y Francisco Zumaqué; ellos también se apropiaron del sustrato de lo folclórico y lo popular.


La Rapsodia para chelo del boyacense Jorge Pin-

zón, comisionada por el Cartagena Festival de

Música en 2019, durante la edición dedicada

a la Armonía Celeste, (Rapsodia de los cuatro elementos). En el momento de estrenar la pieza, el compositor contaba con al menos 16 obras previas referentes a las constelaciones nacidas, según él mismo explica, “a través de una mirada del universo como una configuración de posibilidades a nivel de estética, arquitectura, timbre y colores”. La elección de la rapsodia como forma comunicativa ayuda a relacionar diversos temas de manera libre y a darle alas al violonchelo para que exprese todas sus posibilidades técnicas.


De la mano del quindiano Julio Victoria, el lenguaje de la música electrónica de grandes raves y pistas de baile llega por primera vez al Festival de Música. Desde 2014, el productor ha trabajado con su Live Project alrededor de los sonidos tradicionales colombianos, atravesados por los recursos del house y el techno. Es así como a su formato de sintetizadores análogos y digitales, percusión electrónica y bajo, Victoria incorpora instrumentos como la marimba de chonta, propia del Pacífico colombiano, y el arpa llanera. Las piezas que hacen parte de este concierto desarrollan texturas indigenistas y tradicionales, a la usanza de las mezclas entre lo raizal y lo electrónico que conforman desde hace más de 30 años el movimiento conocido como worldbeat.


ORQUESTA DE CÁMARA DE COLOMBIA 


LUDSEN MARTINUS - Paisajes caribeños


JORGE PINZÓN - Rapsodia de los cuatro elementos para chelo

https://youtu.be/CwZo-VFisjw


JULIO VICTORIA - Ciel, Índigo Separate ways Tc4, Haze.


https://youtu.be/96lTzG7TlZs



https://youtu.be/Cw2CI1VLtEA




SONIDO Y COLORES DEL CARIBE

(Resumen de la publicación de JAIME ANDRÉS MONSALVE)



Desde el 2013 la Orquesta Sinfónica de Cartagena viene siendo un semillero en que músicos del Caribe se foguean con miras a su profesionalización.


La Orquesta nos premia con una obra de Verdi,  su tercera ópera, Nabucco (1842), estrenada en un momento en el que se había prometido no componer más tras la muerte de su primera esposa y sus dos hijos pequeños, y luego de haber lanzado dos óperas sin pretensiones. Se trató del primer éxito del italiano, lo cual lo hizo reconsiderar su drástica decisión. La obertura de esta pieza es probablemente lo más popular junto con el hit “Va, pensiero”, también conocido como el coro de esclavos.


En los 70, durante su estadía en París, el músico argentino Ástor Piazzolla fue atraído  por el sonido del llamado jazz fusión, que tenía elementos eléctricos y del cual fueron pioneros el trompetista Miles Davis y bandas como Weather Report y Return to Forever. Así nació en 1974 el álbum Libertango, que incluyó por primera vez esa composición, impetuosa como todos los tangos de vanguardia del marplatense.


El pianista y compositor Luis Antonio Bastidas es conocido como Noro en homenaje al puertorriqueño Noro Morales, pionero del piano en el mambo y el jazz latino. Como él, Bastidas se ha dedicado a la divulgación de la música sincopada, entre Pasto y Bogotá. Paisaje andino es una fantasía escrita mientras se desempeñó como director de la Banda Sinfónica Nacional, en esta composición llama la atención los cambios súbitos de tempo a lo largo de la ejecución y el empleo de ritmos tradicionales como el bambuco, el pasillo y la caña.


Llegan unidos en un solo tema dos clásicos del Caribe colombiano, Borrachera es una de las composiciones más célebres del clarinetista y director de orquesta Lucho Bermúdez. “Momposina” es una alegoría a la belleza de la mujer de Mompox, tal como lo concibiera su autor, José Benito Barros Palomino. La pieza

fue popularizada en toda América Latina por el

cantante barranquillero Nelson Pinedo en la popular Sonora Matancera, de Cuba. 


Entre el jazz para big band y la música de estilo

easy listening, el trompetista y compositor Chuck Mangione hizo parte de agrupaciones como The Jazz Brothers, el Eastman Jazz Ensemble y The Jazz Messengers, del baterista Art Blakey. Una de las creaciones más célebres de su exitosa carrera como solista es la banda sonora de la cinta The Children of Sánchez, una trepidante pieza que hoy día es más recordada, incluso, que el propio filme de 1978, protagonizado por Anthony Quinn y Dolores del Río.


La música para banda en Colombia tiene en el músico y pedagogo Victoriano Valencia un defensor y un continuo creador, dueño de alrededor de 150 composiciones para dicho formato instrumental. Dentro de ellas se encuentra San Pelayo, una suerte de fandango de cámara que rinde honores a una tierra fundamental en el desarrollo del lenguaje de las llamadas bandas bajeras o pelayeras. El propio compositor explica: “El material melódico de San Pelayo se fundamenta en diseños de frases improvisadas de ocho compases características del fandango y trasmitidas por tradición oral en la práctica de bandas”.


ORQUESTA SINFÓNICA DE CARTAGENA


GIUSEPPE VERDI (1813 – 1901) Obertura de “Nabucco”

ÁSTOR PIAZZOLLA (1921 – 1992) Libertango, orquestación Lito Valle

NORO BASTIDAS

Paisaje Andino

ANTONIO CARLOS JOBIM (1927 – 1994)

Luiza

CHARLES TRENET (1913 - 2001)

Que reste t’il

CHUCK MANGIONE (1940–)

Los hijos de Sánchez

LUCHO BERMÚDEZ (1912-1994) - JOSÉ BARROS (1915-2007) -Borrachera – Momposina, 

VICTORIANO VALENCIA

San Pelayo


https://youtu.be/BdZCiuPaqBc


https://youtu.be/1m5EAF6IvuE


https://youtu.be/LJdhMdmxbwU



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