Buscando a Sancho - Jaime Barrios Nassi

 BUSCANDO A SANCHO

Cuento sobre Carlos Ignacio Sancho “Ignatius Sancho”

Por Jaime Barrios Nassi

20 Agosto 2020




Mientras el mar bramaba, las maderas crujían de dolor  y la penumbra cubría el interior de la galera que transportaba entre pestilencia y vómitos a innumerables esclavos traídos del puerto de Bissau, se alcanzaban a escuchar gritos de dolor. A un lado de la desesperación de la multitud encadenada, en una esquina, bañado por su propias heces y orina, se encontraba Benkos Biojó III, el rey de las tribus de los “Bambúke”, golpeado y moreteado debido al maltrato que había recibido recientemente en represalia por la insistencia, y su lucha por ver el parto de su esposa y saber el bienestar de ella y su primer y único heredero.


Benkos había sido capturado en su pueblo natal: Bembou (Malí) y llevado a Koumbia (Guinea) en donde en medio de un concilio de reyes guerreros no aceptó entregar su tótem; en su religión “Serer”, el tótem de cada familia no se puede relegar, al entregarlo la familia se maldice, el de su familia era el tambor, un simple tambor y su sonido fue el que causó la tragedia, sus envidiosos enemigos tribales ante esto, como castigo lo entregaron sin misericordia a los esclavistas portugueses por espejos y armas, sin reconocer su valiente estirpe.


El barco donde fue embarcado era de banderas portuguesas llamado “Sorte” capitaneado por Peró Sequeira, la carga, esclavos de todos los reinos del África occidental, pero Benkos era diferente, en cierta forma era un error que se repetía nuevamente, el otro error había ocurrido un siglo atrás con el abuelo de Benkos que había sido capturado con toda su familia. Para fortuna de su pueblo había quedado un hijo heredero que había sido escondido en una tribu vecina, ahora el círculo se había cerrado y de nuevo el nieto estaba en camino a la ciudad de cartagena de indias en las nuevas tierras. 


Recordemos que su abuelo, Bautizado en Cartagena como Domingo Biojó fue el líder de los revolucionarios en América, la primera persona de raza negra de origen africano en conseguir un permiso de la corona española para deambular libre en las colonias. Todo esto se debió a que los españoles necesitaban evitar los ataques que él y sus palenques infligían a las ciudades y haciendas españolas. Finalmente Domingo es traicionado, apresado, ahorcado y desmembrado para escarnio de los otros guerrilleros palenqueros.


Ahora este Nieto de Domingo, se encontraba ahí, en la galera, llorando y suplicándole a su Dios Roog, también invocaba a sus espíritus protectores en especial la protectora Madre que es Fatick (Yemayá), “Tiurakh” (espíritu de la riqueza), el de la justicia “takhar” y muchos más. Todos estos espíritus son considerados santos Pangool, a todos les pedía para que lo ayudaran y poder cambiar esta pesadilla. Él era un luchador y un guerrero , no se sometía a nadie, era además un “lamane”, sabía que tenía un gran poder y que podía comunicar el mundo de los vivos con el de los espíritus ancestrales poderosos.


Desafortunadamente el mundo le depararía otro destino, fue engañado vilmente por el grumete Joao, que era un ser detestable e indolente.


  • ¿Dónde está mi esposa y mi hijo? - Balbuceo e indicó con señas Benkos-.

  • ¡Están muertos!, -señaló indicado también ayudado por señas, llevándose la mano a la garganta y haciendo la expresión de corte, con una sonrisa perversa en su sucia cara-.

  • Nooooo. Gritó Benkos

  • Fueron tirados al mar, cómo porqueria que son. - Dijo finalmente Joao antes de marcharse entre risas-.


Esta vez Benkos no respondió nada, estaba como en otro mundo, en el mundo de la oscuridad. Todo lo que le había contado Joao era falso, Orika, la esposa de Benkos, estaba muy bien, cómo gran mujer había parido a su hijo con gran amor y sin problemas, le había dado la bendición de sus espíritus y sabía que a pesar de las dificultades su hijo iba a tener una gran vida, eso sí, en medio de la lucha.


Benkos seguía sin embargo sumido en la oscuridad y presa de la desesperación, siguiendo sus creencias supo que tenía que llegar hasta los espíritus protectores, entonces tomó la decisión de traspasar esa línea,  de una forma desesperada giró sobre las cadenas, arrancó unas aldabas y se guindó sin misericordia con el arrullo del acero entretejido que lo abrumaba. Su esposa Orika lo encontró ahorcado, esa era una imagen que nunca se le olvidaría a la madre, y quizás tampoco al niño posado en sus brazos.


A finales de mayo, el barco repleto de moribundos y enfermos esclavos llegó por fin a su destino, entre murallas y templos se vislumbraba una ciudad alegre y heroica, era la hermosa ciudad de Cartagena de Indias, puerto principal de Suramérica, después del acopio y aclimatación para tratar de mejorar el estado de la carga, los esclavos fueron entregados a su dueño, el esclavista “Don Sancho”, descendiente de un héroe de la ciudad de nombre Sancho Jimeno, que había salvado a la ciudad del temible pirata apodado  el barón de Pointis.


Debido quizás al porte y la elegancia, además de venir con un niño a sus hombros, Orika fue escogida por su “dueño” para que sirviera en la casa principal. Orika era reina mandinga, estaba bien educada, belleza incomparable y sazón para cocinar exquisito por lo que la doña María Claudia de Sancho se encariño con ella, la tenía como su ama de llaves y cocinera principal, le permitió a Ignacio estar en la casa y crecer al lado de sus hijas, él a través de las historias y relatos de su madre “Orika”, 



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