El Amor de Madre

 El Ángel y el amor de Madre.




Un día como hoy, entre tantas angustias y malas noticias, caluroso y húmedo, en medio de una brisa de respiro y un trinar de pajaritos, un ángel apareció decidido a compadecerse de este mundo. Visitó campos y ciudades. Cuando la tarde aparecía, detuvo sus alas y dijo: "Debo regresar a la luz, pero antes, debo llevar recuerdos de mi visita".


Contempló un bello jardín y dijo: "Qué bellas y fragantes son estas flores". Cortó las flores menos comunes, hizo un ramo y dijo: "No hay nada más lindo que estás flores; las llevaré".


Observó la sonrisa de un bebé, de ojos vibrantes y mejillas pellizcables, y dijo: "Oh, su sonrisa es tan linda como las flores; la llevaré también".


Luego miró a través de una habitación, vio el amor de madre que irradiaba como sol hacia el bebé, y dijo: "Oh, el amor de madre es tan lindo como las flores y la mirada; lo llevaré también".


Llegó con sus tres tesoros hasta la entrada del paraíso, en el umbral dijo: "Examinaré mis recuerdos". Contempló las flores, se habían marchitado. Observó la sonrisa y había desaparecido. Contempló el amor de la madre y allí, allí estaba, con toda su esplendorosa luz.


Arrojó a un lado las flores marchitas y la sonrisa y atravesó la puerta. Grito lleno de emoción: "He aquí lo único que mantiene su esplendor hasta en el cielo: el amor de una madre".


Versión propia tomada de: Jack Canfield y colaboradores en “Sopa de pollo para el alma de la madre”.


POEMA A LA MADRE
(a Elvira Rosa 1998)


Oh adorada madre

que sentiste el palpitar fuerte,

en tu limpio corazón ardiente,

al saber que germinaba en ti.


Que viviste orgullosa

al tener en tu vientre,

al ser que enciende,

al bebé que ilumina tu alma de rosa.


Viéndote en el espejo,

como crecía tu hijo,

como latía y se movía de lindo,

como esperabas el momento.


En tu mente se formaba,

el amor que crecía,

el cariño que sentía,

y del cual alegre te reías.


Tu disciplina era estricta,

de cuidar a la criatura,

tú encinta,

los controles del médico,

de escuchar consejos,

de vivir como un viejo.


La luz llegó una tarde,

tus contracciones fuertes y tu llanto,

aliviaron el oscuro manto,

que te cubría madre mía.


Alimentaste con tu pecho,

con tu voz y tus caricias,

al ser que alegre crecía,

y que celosa retenías.


Viste en sus ojos,

a la persona que adoras,

al hombre que quieres,

al hombre que añoras.


Ya camina y da unos pasos,

suave olor recorre,

tu casa y tus rincones,

de aroma de niñez.


Si, camina, da sus pasos,

late el corazón porque se va caminando,

porque un día no lejano,

te dará un zarpazo,

porque te has apegado tanto

que no quieres dejarlo en libertad.


Estudias tú de nuevo,

repasas con ello lo aprendido,

porque no sabe, porque se distrae,

porque quieres más.

Pero un día el sabrá

y con su amor se marchará

a buscar su senda y su verdad.


Angustia de no separarte,

afligida por el llanto,

atormentada por dejarlo

Solo en otros brazos.


Pero ten presente

que siempre en su mente,

la persona que quiere es

su adorada mamá.


La persona que nunca olvida,

la persona que de todo se resigna,

por saber que su hijo bien está.


Siempre la madre es

el abrazo que se da,

el beso, la caricia, la bondad

la voz, la eternidad.



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