Todo se desmorona de Chinua Achebe, Jaime Barrios Nassi

 Todo se desmorona de Chinua Achebe, por Jaime Barrios Nassi 2022



Siguiendo el plan de lectura, que hace eco de clásicos y obras literarias que cambiaron el mundo, le ofrecí la oportunidad a este gran historia.


El autor escritor Nigeriano; Chinua Achebe(1913-2013), abreviado de Chinualumogu, que significa “Mi Dios pelea por mi”, y su primer libro de la trilogía sobre “Okonkwo” (nacido un día de Mercado), el título del libro lo expresa todo: “Todo se desmorona”, los otros dos títulos son, “me alegraría de otra muerte” y “la flecha de Dios”.


Valió la pena leerlo, es el relato de un guerrero de la región de Igbo, un poco antes de que llegaran los colonizadores y esclavista ingleses, las costumbres africanas, sus creencias, se dice que este libro publicado en 1958 (nueve años antes de cien años de soledad), es el primero en el mundo que retrata las vivencias de este continente desde el punto de vista de los africanos, es denominado un “realismo literario”, yo diría que algo parecido al realismo mágico. Achebe criticaba la visión de los demás escritores, sobre todo Conrad del ser africano, ya que este los retrataba de manera racista como personajes exóticos y faltos de inteligencia.


Le saqué mucho provecho, porque sus leyendas, forma de pensar, canciones, culinaria nos representa, la tenemos en nuestras venas, creo que muchos nos sentimos identificados con la historia que describe.


Okonkwo es un gran guerrero, cuya fama se extiende por toda el África, pero cuando mata accidentalmente, es obligado a expiar su culpa con el exilio, cuando regresa a su aldea, la encuentra colonizada por el hombre blanco y su final es previsible.


El autor alcanzó a estudiar medicina becado, pero las letras hicieron que abandonara los estudios por su pasión: “la escritura”.



Frases y extractos del libro


“Girando y girando en órbita creciente 

el halcón ya no oye al halconero; 

Todo se derrumba; 

el centro ya no aguanta; 

el mundo resume en la mera anarquía”.   

W. B. YEATS: «El Segundo Advenimiento»


“fundador de su pueblo combatió siete días y siete noches con un genio de la espesura. Los tambores batían, las flautas cantaban y los espectadores contenían el aliento. Amalinze era un luchador muy astuto, pero Okonkwo era más escurridizo que el pez en el agua”.


“OKONKWO era muy conocido en las nueve aldeas e incluso más allá. Su fama se basaba en unos éxitos personales considerables. Cuando era un muchacho de dieciocho años había dado honra a su pueblo al vencer a Amalinze, el Gato. Amalinze era el gran luchador invicto desde hacía siete años, desde Umuofia hasta Mbaino. Lo llamaban el Gato porque nunca daba con las espaldas en tierra”.


“compraba calabazas de vino de palma, llamaba a los vecinos y se divertía. Siempre decía que cuando le veía la boca a un muerto comprendía lo tonto que era no comer lo que se podía en vida”. 


“sus bailarines egwugwu (Espíritus ancestrales en cuerpos de ancianos) que fueran a pasar unos días con ellos y les enseñaran sus melodías. Se iban a pasar con esos anfitriones hasta tres o cuatro mercados, y hacían música y fiestas. A Unoka le encantaban la buena comida y la buena compañía, y le encantaba la estación del año en que cesaban las lluvias y el sol salía todas las mañanas con una belleza deslumbrante. Y tampoco hacía calor, porque del norte llegaba el viento frío y seco del harmattan (especie de brisa invernal)”.


“ritmos emocionantes e intrincados del Ekwe y del udu y del ogene (Instrumentos musicales de Igbo Nigeria), y podía oír cómo su propia flauta iba entrando y saliendo en ellos y los adornaba con una melodía llena de color y quejumbrosa. El efecto final era alegre y airoso, pero si se fijaba uno en la flauta a medida que iba subiendo y bajando, y después se quebraba en períodos cortos, se advertía que allí había penas y pesares”.


“Unoka rompía la nuez de cola rezó a sus antepasados para pedirles larga vida y salud y protección contra sus enemigos. Después de comérsela hablaron de muchas cosas: de cómo las lluvias largas estaban inundando las plantaciones de ñame, de la próxima fiesta de los antepasados y de la guerra inminente con la aldea de Mbaino”.


“Okoye era músico. Tocaba el ogene. Pero no era un fracasado como Unoka. Tenía un granero grande lleno de ñames y tenía tres esposas. Y ahora iba a tomar el título de Idemili, el tercero en importancia de la región”.


“Entre los ibos se tiene en mucha consideración el arte de la conversación, y los proverbios son el aceite de palma con el que se aderezan las palabras”.


“…durante la cual tomó un pellizco de rape y aspiró ruidosamente, y después continuó”.


“Nuestros ancianos dicen que el sol calentará a quienes están de pie antes que a quienes se arrodillan ante ellos. Primero pagaré mis mayores deudas —y tomó otro pellizco de rapé, como si eso equivaliera a pagar primero sus mayores deudas. Okoye volvió a enrollar su piel de cabra y se fue”.


“..oyó el ogene del pregonero que penetraba el aire de la noche. Gome, gome, gome, gome, tronaba el metal hueco. Después el pregonero dijo su mensaje y, al final, volvió a golpear su instrumento. Y el mensaje era éste. Se pedía a todos los hombres de Umuofia que mañana por la mañana se reunieran en la plaza del mercado”.


“A los niños se les advertía que no silbaran de noche, por miedo a los malos espíritus. Los animales peligrosos se hacían todavía más siniestros e impredecibles en la oscuridad. De noche nunca se mencionaba a la serpiente por su nombre, porque lo oiría. Se hablaba de una cuerda”.


“..volvió a reinar en el mundo el silencio, un silencio vibrante intensificado por el chirrido universal de un millón de millones de insectos de la selva”.


“..noches de luna todo era diferente. Entonces se oían las voces alegres de los niños que jugaban en los campos abiertos. Y quizá las de quienes no eran tan jóvenes, que jugaban en parejas en lugares menos abiertos, y los ancianos y las ancianas recordaban su juventud. Como dicen los ibos: «Cuando brilla la luna a los cojos les entran ganas de salir a dar un paseo.»”


“..sacerdotisa era una mujer llamada Chika. Estaba penetrada del poder de su dios, y era muy temida. Unoka llegó hasta ella y empezó su historia. —Todos los años —dijo con tristeza—, antes de echar la semilla a la tierra, sacrifico un gallo a Ani, propietario de toda la tierra. Es la ley de nuestros padres. También mato un gallo en el santuario de Ifejioku, el dios de los ñames. Quito la maleza y la quemo cuando está seca. Siembro el ñame cuando han caído las primeras lluvias y les pongo rodrigones cuando aparecen los primeros tallos”


“Los ñames echaron unas hojas brillantísimas, pero todos los agricultores sabían que sin sol no crecerían los tubérculos. Aquel año la recolección fue triste, como un funeral, y muchos agricultores lloraron al extraer los ñames raquíticos y putrefactos. Hubo uno que ató su túnica en la rama de un árbol y se ahorcó”.


“Unoka era hombre de mala suerte. Tenía un chi o dios personal malo, y la mala fortuna lo persiguió hasta la tumba, o mejor dicho, hasta la muerte, porque nunca tuvo una tumba. Murió de la hinchazón que era abominable a los ojos de la diosa Tierra. Cuando a un hombre le afligía la hinchazón del estómago y de los miembros, no se le permitía morir en casa”.


“La enfermedad era una abominación para la tierra, y por eso no se podía enterrar a la víctima en sus entrañas. Tenía que morir y pudrirse sobre la tierra, y no se celebraban su primero ni su segundo entierros. Ese fue el destino de Unoka. Cuando fue su turno, se llevó la flauta al bosque”.


“Eneke, el pájaro, dice que desde que los hombres han aprendido a disparar sin errar él ha aprendido a volar sin planear. Yo he aprendido a ser roñoso con mis ñames. Pero en ti puedo confiar. Lo sé con sólo mirarte. Como decían nuestros padres, por su aspecto se sabe cuándo está maduro el maíz”.


“Era como echar granos de maíz en un saco lleno de agujeros. Su madre y sus hermanas trabajaban mucho, pero cultivaban cosas de mujeres, como cocos, alubias y cazabe. El ñame, el rey de las plantas, era cosa de hombres”.


“SI se le mira a un rey en la boca —dijo un anciano— nunca se sospecharía que ha mamado del pecho de su madre. Hablaba de Okonkwo, que había ascendido rápidamente de la mayor pobreza y la desgracia hasta convertirse en uno de los señores del clan”.


“..quienes consiguen que un espíritu benévolo les parta las nueces de palma no deben olvidar la humildad. Okonkwo dijo que lamentaba lo que había dicho y la reunión continuó”


“..Ibos tienen un proverbio según el cual cuando un hombre dice sí, su chi también dice sí. Okonkwo decía sí muy fuerte; de manera que su chi estaba de acuerdo. Y no sólo su chi; sino también su clan, porque juzgaba a un hombre por el trabajo de sus manos”.


“El ñame, el rey de las plantas, era un rey muy exigente. Durante tres o cuatro lunas exigía mucho trabajo y una atención constante desde el canto del gallo hasta que se acostaban las gallinas. Los tallos tiernos estaban protegidos contra el calor de la tierra con círculos de hojas de sisal. Cuando arreciaban las lluvias, las mujeres plantaban maíz, melones y alubias entre los montones de ñames. Después se guiaban éstos, primero con palitos y más tarde con ramas de árboles altas y gruesas”.


“Todas las ollas, las calabazas y los cuencos de madera se lavaban a fondo, y en especial el mortero de madera en el que se batía el ñame. Las comidas más importantes del festival eran el fu-fú de ñame y la sopa de verduras. Se hacían en tales cantidades que, por mucho que comiera la familia o por muchos amigos v parientes que invitase de los pueblos vecinos, al final del día siempre quedaban cantidades enormes de comida”.


“Las esposas de Okonkwo habían frotado las paredes y las cabañas con tierra roja hasta que reflejaban la luz. Después las habían pintado con dibujos de color blanco, amarillo y verde oscuro. Después se habían puesto a pintarse ellas con madera camote y se habían hecho unos dibujos negros preciosos en el estómago y en la espalda. También los niños iban adornados, sobre todo en la cabeza, que se habían afeitado haciendo dibujos muy bonitos

Todavía recordaba la canción:

   ¡Eze elina, elina! 

Sala Exe ilikwa ya Ikwaba akwa oligholi 

Ebe Danda nechi eze Ebe Uzuzu vete egwu Sala  


 La cantó mentalmente y se puso a andar a su ritmo. Si la canción terminaba con el paso del pie derecho, su madre estaba viva. Si terminaba con el del izquierdo, había muerto. No, no había muerto, pero estaba enferma. Terminó con el del pie derecho. Estaba viva y con buena salud. Volvió a cantar la canción”.



Cuento de la tortuga 


Érase una vez —empezó— que se invitó a todos los pájaros a una fiesta en el cielo. Estaban contentísimos y empezaron a prepararse para el gran día. Se pintaron las alas de camote rojo y se hicieron unos dibujos preciosos en ellas con uli.


La Tortuga vio todos aquellos preparativos y en seguida descubrió de qué se trataba. Nunca se le escapaba nada de lo que pasaba en el mundo de los animales; era muy astuta. En cuanto se enteró de la gran fiesta en el cielo le empezó a picar la garganta nada más que de pensar en ella. Era una época de hambre y hacía dos lunas que la Tortuga no comía bien. En el caparazón vacío el cuerpo le claveteaba como un palo seco. De manera que empezó a pensar en cómo iría al cielo.


Pero no tenía alas —dijo Ezinma. —Ten paciencia —contestó su madre—. Ese es el cuento.


 La Tortuga no tenía alas, pero se fue a ver a los pájaros y les pidió que la dejaran ir con ellos. —Ya te conocemos —dijeron los pájaros cuando la oyeron—. Eres muy astuta y eres desagradecida. Si te dejamos venir con nosotros en seguida empezarás a hacer maldades. —No me conocéis —dijo la Tortuga—. He cambiado mucho. He comprendido que quien crea problemas a los demás acaba


La Tortuga sabía hablar muy bien y al cabo de poco rato los pájaros quedaron convencidos de que había cambiado mucho, y cada uno de ellos le prestó una pluma con las que se hizo dos alas. Por fin llegó el gran día y la Tortuga fue la primera en llegar al punto de la reunión. Cuando se juntaron todos los pájaros, se marcharon en un gran grupo. La Tortuga estaba muy contenta y charlaba mucho mientras volaba entre los pájaros, y pronto la eligieron para que fuese la oradora de la fiesta, porque hablaba muy bien.


Cuando se invita a la gente a una fiesta así, toman nombres nuevos para la ocasión. Nuestros anfitriones del cielo esperarán que sigamos la costumbre. Ninguno de los pájaros había oído hablar de esa costumbre, pero sabían que la Tortuga, pese a sus defectos en otros sentidos, había viajado mucho y conocía las costumbres de diferentes pueblos. De forma que cada uno de ellos tomó un nombre. Cuando todos lo tuvieron, la Tortuga también tomó uno. Se iba a llamar “Todos Vosotros”.


Su discurso fue tan elocuente que todos los pájaros celebraron haberla traído y asintieron con las cabezas para mostrar su aprobación a todo lo que decía. Sus anfitriones creyeron que era el rey de los pájaros, sobre todo porque parecía distinguirse en algo de los demás.


Para quién habéis preparado todo esto? —Para todos vosotros —respondió el anfitrión. La Tortuga se volvió hacia los pájaros y les dijo: —Recordad que ahora me llamo Todos Vosotros. Aquí la costumbre es servir primero al orador y después a todos los demás. Os servirán a vosotros cuando haya terminado yo de comer.


Los platos más deliciosos que jamás había visto ni soñado la Tortuga. Trajeron una sopa caliente del fuego y en la misma olla en la que se había hecho. Estaba llena de carne y de pescado. La Tortuga empezó a resoplar muy hondo. Había ñame molido y además potaje de ñame cocinado con aceite de palma y pescado fresco. También había cántaros de vino de palma, empezó a comer y los pájaros empezaron a gruñir enfadados. La gente del cielo pensó que debían tener la costumbre de darle toda la comida a su rey. De manera que la Tortuga se comió casi toda la comida y después se bebió dos ollas de vino de palma, así que se llenó de comida y de bebida y el cuerpo se le infló y le llenó la concha.


Solo quedaron los huesos que la Tortuga había dejado por el suelo. Algunos de ellos estaban tan enfadados que no quisieron comer. Prefirieron volver volando con el estómago vacío. 


Pero antes de marcharse cada uno recuperó la pluma que le había prestado a la Tortuga. Esta, que era una tortuga macho, pidió a los pájaros que le llevaran un recado a su esposa, pero todos se negaron, excepto el Loro, que había estado más enfadado que los demás, cambió de pronto de opinión y aceptó llevar el recado. 


—Dile a mi esposa —dijo la Tortuga— que saque todas las cosas blandas que hay en mi casa y que las ponga por todo el recinto, de forma que pueda llegar de un salto desde el cielo y no hacerme daño. Cuando llegó a la casa de la Tortuga le dijo a su esposa que sacara todas las cosas más duras que había en la casa. De forma que la esposa sacó las azadas, los machetes, las lanzas, las escopetas y hasta el cañón de su marido. 


La Tortuga miró desde el cielo y vio que su esposa sacaba cosas, pero estaba demasiado alto para ver lo que eran. Cuando le pareció que ya había sacado todo dio el salto, ya no tenía pluma porque todos los pájaros la habían reclamado.


“Cayó y cayó y cayó hasta que empezó a temer que se iba a pasar la vida cayendo. Y después cayó en el recinto con un ruido como el de su cañón.»

—¿Y se murió? —preguntó Ezinma.

—No —respondió Ekwefi—. Se le hizo pedazos la concha. Pero en el vecindario había un gran chamán. La esposa de la Tortuga envió a buscarlo y él recogió todos los trozos de concha y los pegó. Por eso tiene tantos pedazos la concha de la Tortuga.”


Otros 


“..historias sobre la tortuga y sus astucias, y sobre el pájaro eneke-nti-oba, que desafió a todo el mundo a un combate y al final cayó derribado por el gato. Recordaba el cuento que le había contado tantas veces de la pelea entre Tierra y Cielo, hacía mucho tiempo, y cómo Cielo retuvo la lluvia durante siete años, hasta que se agotaron las cosechas y no se podía enterrar a los muertos porque las azadas se rompían en la tierra pedregosa. Por fin se envió a Buitre a exhortar a Cielo y a ablandarle el corazón con una canción sobre los sufrimientos de los hijos de los hombres”


“..cantaba aquella canción él se sentía transportado a la escena remota en el cielo donde Buitre, emisario de Tierra, cantaba pidiendo piedad. Por fin Cielo se sintió conmovido hasta la compasión y le dio a Buitre la lluvia envuelta en hojas de coco-ñame. Pero al volar a casa su largo espolón rasgó las hojas y cayó una lluvia como jamás se había visto antes. Y tanta cayó sobre Buitre que no volvió a entregar su mensaje, sino que se fue volando a un país remoto, donde había visto una hoguera. Y cuando llegó a él vio que era un hombre que hacía un sacrificio. Se calentó en la hoguera y comió las entrañas”.



“Érase una vez —empezó Ezinma— que la Tortuga y el Gato se pusieron a pelear con los Ñames... No, no empieza así. Érase una vez que había una gran hambre en el reino de los animales. Todo el mundo estaba muy flaco, menos el Gato, que estaba muy gordo y tenía el cuerpo lustroso como si se lo hubiera frotado con aceite de palma…”


“soy el Bosque del Mal. Yo mato a un hombre el día que la vida le parece más dulce


“..donde el misionero blanco había establecido una escuela para enseñar a los jóvenes cristianos a leer y escribir. El señor Kiaga se puso contentísimo: —Bendito sea el que por mí abandona a su padre y a su madre —entonó—. Quienes escuchan mis palabras son mi padre y mi madre.


“Todos los clanes y todos los pueblos tenían su «bosque del mal». Allí se enterraba a todos los que morían de las enfermedades verdaderamente malignas, como la lepra y la viruela. También era donde se abandonaba a los fetiches potentes de los grandes chamanes cuando morían éstos. Por consiguiente, los «bosques del mal» estaban llenos de fuerzas siniestras y de los poderes de las tinieblas. Los gobernantes de Mbanta cedieron uno de esos bosques a los misioneros.


Los habitantes de Mbanta esperaban que murieran todos ellos en los cuatro días siguientes. Pasó el primer día, y el segundo, y el tercero, y el cuarto, y no murió ninguno de ellos. Todo el mundo estaba sorprendido. Y luego se difundió la noticia de que el fetiche del hombre blanco tenía una fuerza increíble. Se decía que llevaba cristales en los ojos para poder ver a los espíritus del mal y hablar con ellos. Poco después obtuvo sus tres primeras conversione”.





























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